INCLINENME
(CULTURA POPULAR)
MANUEL ALVARADO MOLERO (MAÑUCO)
Se iniciaba los preparativos de la fiesta del Carmen y en la esquina del correo de Morropón frente a nuestra Plaza de Armas, allá por los años de 1989. Se encontraban conversando alegremente Don Manfredo Seminario , Coco Romeo Lamadrid ,el Señor Vargas entre otros, mientras se acomodaban, los comerciantes que ya empezaban a instalarse alrededor de la la plaza: heladeros, bingos, vivanderas, cantinas, chulo chulo, y los infaltables carruseles, frente a la casa de nuestra siempre recordada Srta Eufemía Chiroque, a quien por error si alguien le decía Sra. se molestaba y le decía a mí no me levantes calumnias...
De repente en una mototaxi aparecieron dos personajes de esa tierra morena y embrujada llamada la Huaquilla, el "profe" como se le conocía a Clemente Zapata, quien aparte de haber tenido el privilegio de estudiar en el glorioso Colegio Agropecuario de Piura, se jactaba de ser promoción del congresista Ing. Gamaniel Chiroque Ramirez y del Profesor Práxedes Adrianzén Ordoñes, el otro acompañante era el popular "Caterra", gran jugador del Halcones de la Huaquilla y amante de la guitarra y los lindos pasillos. Andaban en busca del Profe Coco Lamadrid, a quien con engaños le hicieron subir en la moto, la que no paro hasta el pueblo de la Matanza donde había un grupo esperándoles para disfrutar de la rica chicha y los sabrosos "picaos" que allí eran fama.
Alrededor de las siete de la noche se disponían a regresar por supuesto, después de una simpática chacota , de anécdotas, chistes, cumananas, pasillos y zapateos, la mototaxi traía seis pasajeros, una vez cruzado el puente de Carrasquillo ya entrando a la curva de la Huaquilla la moto rodó por un problema de desequilibrio que el peso mismo provocó, uno de los más afectados fue el amigo Clemente Zapata que casi inconscientemente pedía que lo inclinen - casi rogando decía : - por favor no me dejen, inclínenme- a lo que los amigos lo trataban de mover de un lado para otro, y el con el dolor volvía a decir inclínenme, por favor inclínenme y vuelta los amigos borrachos y adoloridos, a su pedido lo trataban de inclinar de un lado para otro, la noticia llegó como rayo a la Huaquilla , y en minutos ya se encontraban en el rescate varios moradores y la esposa del amigo Clemente, quien cogiéndolo entre sus brazos para que descanse la cabeza del profe Clemente, escucho nuevamente la voz entrecortada de su esposo que le decía : - negrita quiero que me inclinen - a lo que la señora mirando de reojo le respondió: ¡calla Clemente! ¡no hay para la posta médica y va a ver para la clínica!. Recién los amigos entendían el pedido de Clemente.
EL CAMOTE DE DON CASIMIRO
(CULTURA POPULAR)
MANUEL ALVARADO MOLERO(MAÑUCO)

Cuenta que en la calle el puente o calle el guano en la cabecera de entrada de nuestro querido Morropón, estaba que se moría don Casimiro Carrasco, hombre trabajador comprometido con una morena hermosa de quien tenía tres hijas, en su agonía don Casimiro no se cansaba de gritarle a su mujer y a sus hijas que le den camote, como cada día la pelona estaba más cerca de la cabecera de Casimiro, las hijas corrieron donde el sacerdote rivera, para que le confiese y le unte los santos olios, a las seis de la tarde el padrecito se encontraba a solas con don Casimiro y después de contarle sus pecadillos , cogiéndole las manos le dijo: -"padrecito ud y yo sabemos que ya me voy a morir , por lo que le pido que convenza a mi mujer para que como último pedido me de mi camote"… pierde cuidado hijo de eso me encargo yo,-replicó el padre rivera.
Luego de salir del cuarto el padrecito rivera llamo a las hijas y a la esposa, y les dijo que don Casimiro posiblemente mañana, estaría al lado del señor y que como último deseo que tanto le ha rogado es que le den su rico camote, yo creo que uds deben cumplir con este pedido de su padre pues él ya está más pa allá que acá.
La samba como le decían cariñosamente se puso de pie y mirándole de lado al padre le dijo:"calle, calle padre, si el Casimiro le dice camote a mi bizcocho."
Echándose la bendición el padrecito se retiró y el pobre Casimiro se murió sin cumplir su último deseo
PANCHO LUCINDO Y CHICOPA
(CULTURA POPULAR)

 (MAÑUCO ALVARADO)

Los chilalos solían dar la hora de salida o prevenir a los trabajadores del campo que están a mitad de labor o que sencillamente ésta ya terminó, se solía laborar de siete a siete, los cantos de las ranas, cicharras y lagartijas solían acompañarlos en el camino de regreso, venían en una gran chacota: Agripino Aguila, Povoco que también la hacía de zapatero, Mindo que era un negro bien parao, el popular Chicopa y el legendario Pancho Lucindo.
En el camino todo era chacota, anécdotas, chistes y sin dejar de sentir la voz cachacienta de don Agripino que siempre hablaba rimando, nunca había ido a la escuela pero este don lo hacía importante entre el grupo : “cuando Pancho Lucindo se muera
Lo van a enterrar en calzoncillos,
Para que el diablo no se avergüence
De sus pobrezas ya sin brillo.
A lo que Pancho Lucindo le respondió:
Yo en vida bien las use
Después de muerto nada se renueva,
Y tú estando vivo
Las tienes por la hueva.

Todo era algarabía, después de la jornada diaria pasaban por las ramadas para probar la rica chicha y los sabrosos potajes de caballas y cachemas encebolladas.

Nueve de la noche, la reunión se trasladaba al club obrero donde solían ir comerciantes y obreros o simple gente del pueblo, mientras que en el otro Club el Social, era de los blanquitos dueños de tierras y ganado o grandes arrendatarios.
En una de la mesa del obrero se habían reunido para jugar el clásico golpeado: Don Carmen Chero, Próspero comerciante, Don Carlos Farfán (Alcalde de Morropón y propietario de una de las más grandes farmacias del pueblo), Don Tomás Flores,(trabajador de la Hacienda), Pancho Lucindo y el popular Chicopa, y en calidad de mirones o casi jueces don Miky Veramatus, y Felipe Ordinola,
El humo de los cigarros se conjugaba con la luz amarillenta de las petromax a cargo del Palito, al costado de Chicopa, estaba Pancho Lucindo que cada vez que este robaba carta le decía, pasaba el preciso condiscípulo y contemporáneo, lo que lo tenía inquieto por que no entendía el significado.

Poniéndose de pie don Carlos Farfán pidió permiso a la mesa para retirarse a Misionar, -lo acompaño don Carlos - dijo Chicopa , y ambos se retiraron al baño, ya en el corralón Chicopa le pregunto: - Oiga blanquito, ud. como una persona leida quiero preguntarle qué significa la palabra condiscípulo y contemporáneo, porque el Pancho Lucindo ya me tiene cojudo con que le pase la carta contemporáneo y condiscípulo- Don Cralos soltó la risa y le dijo :_ Mira Chicopita Contemporáneo es que son de la misma edad, y condiscípulos que los dos han estudiado juntos,-
Gracias don Carlos, replicó Chicopa y regresaron al juego.


En la primera que Pancho Lucindo le repitió la frase: Pásame la carta Contemporáneo y condiscípulo; Chicopa se para violentamente pone la silla a un costado y le responde a Pancho Lucindo de la siguiente manera: “Un momento Panchito lo de contemporáneos te lo acepto porque por ahí vamos en edades pero lo de Condiscipulos, no me jodas, porque ni tu ni yo hemos pisao el colegio. Don Carlos estiró la mano a Chicopa y la frase de condiscípulos no se volvió a repetir.
PARA MACHOS... YO!
CUENTO MORROPANO

(CULTURA POPULAR)
MANUEL ALVARADO MOLERO (MAÑUCO)

Mientras las nubes de nuestro ande, se negaban a que los rayos del sol golpearan nuestra naturaleza, como vientos alisios llegaron los rumores al serrano y arrogante pueblo de Chalaco, que el Arzobispado había concedido la gracia de que la parroquia tuviera un sacerdote estable, ya que antes era cada dos o más meses, la santas misas.
Nadie imaginaba que un anhelo de muchos años se estaba haciendo realidad, pero… lamentablemente así como llego el rumor, llegó también el perfil del curita, que dígase de paso no era nada de agradable a la población; pues se decía que el santo cura era el gran mujeriego, que tenía hijos, jugaba a los gallos, le encantaba el trago y el baile, y por si acaso, andaba una calibre 44 sobre al cinto. Era amante al oro y la plata especialmente le encantaban los de los milagritos que los fieles dejaban sus santos.
Los rumores fueron creciendo, viéndose el pueblo obligado a solicitar una asamblea en la casa comunal, bajo la dirección de las máximas autoridades Don Plinio Arreategui López y el maestro Fidel Alvarado López.
Luego de seis horas, de discusiones en donde algunos apoyaban la visita del curita, pues no se podía juzgar sin ver y los otros la gran mayoría que decía que ese curita era famosos y que todo lo que de él se decía era cierto.
Don Plinio con la paciencia que lo caracterizaba y luego de escuchar atentamente a sus paisanos, dio una propuesta conciliadora, señalando que ya no podíamos decir que no queríamos cura , porque en varios memoriales firmados por la población lo habían solicitado, y que era una buena resolución la dada por el Arzobispado, por lo tanto el problema es la persona del señor cura, quien tenía el diablo puesto como espuela, por lo que propone dos opciones, 1 : buscar quien convenza al curita para que por voluntad propia renuncie y la 2: viajar a Morropón para ver si logramos cambiarlo con el cura de allá. Al final el pueblo dejo en manos de Don Plinio y Don Fidel, con el apoyo máximo de la población, para que por cualquier camino se convenza al curita para que no llegue a Chalaco.
Después de dos días las mulas de don Plinio y don Fidel enrumbaron hacía el pueblo de Morropón donde ambos tenían amigos y familiares para buscar contactos que logren su objetivo, el primer en visitar fue al sargento Montoya, quien les facilitó una conversa con doña Amelí Pedemonte, Doña Carmen Calderón , doña Rosa Gonzales y doña Carmen Moscol que eran muy cercanas a la iglesia del Pueblo Morropano, lamentablemente la conversa no dio resultado, en su búsqueda se reunieron también con doña Ofelia Paz y el Dr. Baltazar Arámbulo; todo fue en vano nadie ponía las manos y menos para cambiar a un párroco que aun no siendo muy santo había calado en la mayoría de la gente y menos cambiarlo por uno desconocido.
Un poco desanimados y después de dos días de gestión, se fueron en busca de un desayuno, al ingresar al restaurant de doña Chepa Lamadrid, oh gran sorpresa, en una misma mesa conversaban amenamente Don Juvenal Guarnizo de la Piedra el Toro y Don Tomás Flores, grandes conocidos de los visitantes, fuertes abrazos y tres días de aguardiente con gallinas hechas en caldo de parida, la pasaron de maravilla en casa de Juvenal.
Muy tempranito Don Juvenal mientras ejercitaba unos gallos que llevaría a pelear a Pacaipampa, contemplaba las hermosas Yeguas que sus paisas usaban.
Buen día Juvenal, fueron las palabras de Don Fidel y Plinio, a lo que amablemente don Juvenal invito :- vengan muchachos ya está el desayuno-( se trataba de un rico majao de yuca, con tortillas y café de olleta- ) Don Tomás había regresado la noche anterior, Ya en la mesa Don Juvenal preguntó a sus amigos y de quien es la Yegua Pinta a lo que Fidel le dijo: Mia y tuya hermano, -Yo quisiera que sea sólo mía , y cuanto debo pagar, dijo Juvenal -a lo que Don Fidel replicó, : Mira Juvenal si tu convences al cura para que no vaya a Chalaco, la Mula es tuya, (Pues en los tres días de borrachera la conversa habría tratado este tema). Después de rascarse la cabeza Don Juvenal, con seguridad acepto el reto.
Habían pasado cinco días y un propio llegó a casa de Don Juvenal a informarle que el padrecito que va a Chalaco ya está en Morropón, Don Juvenal mando a llamar a Tomas Flores para pedirle de favor que acompañe al santo y dañao curita a su casa para invitarle una rica amanecida de Pócima. Cerca de las 9 de la mañana estaban en piedra el Toro El Curita, Un ayudante que Traía y Don Tomás, Una vez que el curita ya se encontraba en casa de juvenal, se presentaron, hicieron amistad y cierto el curita tomaba el cañazo como si fuera limonada. Después de algunas horas de estadía don Juvenal arremetió de la siguiente manera:-Oiga Santo padre, le quiero advertir algo y no lo vaya a tomar a mal, por aquí han pasado antes de ud. Tres curitas y los tres han regresado con problemas sexuales- -Jajajajajaja(se reía el cura)- de que problemas sexuales me hablas a mí, si yo mismo soy – no mi querido Juvenal tú no me conoces, ¡ MACHOS YO¡ -Juvenal que ya estaba en buenas amistades con su huésped, le replicó : No padre Ud no me ha entendido , lo que le quiero decir es que volvieron maricones, y como escuche buenos comentarios de Ud. con las mujeres sería una lástima que arriba lo cambien como a sus colegas , ya el padre medio mareado le respondió a Juvenal que insistía a que no suba porque le cambiaban el sexo en menos que cante un gallo. - Mire mi gran amigo por lo que he visto a Ud. le gustan los gallos yo le apuesto mi mejor gallo, el mejor de los giros del Perú, campeón de campeones, a que al regresar, paso por aquí más hombre de lo que se imagina- Era cierto el curita entre sus pertenencias llevaba en una jaba un hermoso ejemplar gallo.
A las dos de la mañana salió rumbo a chalaco en dos bestias el curita y su ayudante. Mientras que en Piedra el toro se amanecían tomando don Tomas con don Juvenal, por supuesto lamentándose de no haber podido regresar al padre Torres.
Tres horas de camino la neblina no dejaba que el alba embellezca el lindo valle serrano,¡ sooo, sooo ¡-era la voz del Padre que ordenaba a su ayudante y a las mulas parar y que le busque un pedazo de papel , pues necesitaba hacer sus necesidades.
El Curita llevaba un montón de envolturas, en una iba el té, en otras ajos, carne seca, etc, pero el ayudante como aún no estaba claro, arrancó de una de las envolturas un trozo de papel sin darse cuenta que era donde iba la pimienta es de grano que solo al trascender ya pica.-Luego de haberse limpiado con el papel de la pimienta, subieron a las mulas para continuar su camino, ya se empezaba a notar la hermosa belleza embrujada del ande chalaco.
De repente el padre paro la mula y volteó a lo que el ayudante le dijo: Que paso padrecito parece que se quiere regresar,- a lo que el cura respondió: -Quiero no, me regreso, que pueblo para maldecido, bien me dijo juvenal. – Pero que pasa padrecito ya estamos cerca al pueblo, replicó el ayudante, - a lo que el Padre con voz fuerte, le dijo: -Tú obedece, nos regresamos, que no ves qué ni siquiera llegamos al pueblo y ya se me pego una picazón bien fuerte en el culo.
No hubieron más palabras, en la tarde ya estaban en piedra el toro, pasando por casa de don Juvenal para despedirse, le entregó la jaba con el hermoso gallo y le dijo:- ahí te dejo el gallo y quiero que sepas que me regreso no por maricón sino por otros asuntos, diles a los Chalacos que ya les enviaran un cura nuevo.


Juvenal ensilló su mula y junto a su amigo Tomas enrumbaron a Chalaco, fueron recibidos con grandes agasajos y una semana de juerga, de regreso no sólo la mula de don Fidel sino también la de don Plinio, cargadas con muchos productos y dos latas de cañazo de ese que sólo tomaban los buenos.
LA CHILALA DE DON AGRIPINO
MAÑUCO (Manuel Alvarado Molero)


(Agradecimiento Póstumo a Francisco Sánchez Gamboa y Ricardo Molero Moscol de quien varias veces escuche las travesuras de don Agripino)

Transcurrían la década del 30, y el hermoso valle de los cultivos Morropanos dejaban ver una hermosa sábana verdusca que agüereaba buenos cultivos, con lluvias que bañaban toda la planicie de arroz o algodón que solían sembrar los arrendatarios del hacendado en las tierras de las vieja hacienda de Morropón y Franco.
Ahí mismito un personaje llamado AGRIPINO AGUILA, más conocido como “pata e coche”, gran cumananero, rezador de fama y huesero por ocasión, pero por encima de todo un hombre campesino jocoso , inquieto, palomilla, de los que solían defender sus derechos a su manera , casi siempre trabajó bajo las órdenes de un mandamás al que llamaban “señor Cojones”.
En la época del desyerbo del arroz, lo Patrones sugerían que este trabajo se haga se preferencia con la mano, habría que recordar que las herramientas se fiaban o vendían en la tienda de la Sra. Juanita que era la esposa del señor Cojones, ya en plena faena el Patrón encontró a don Agripino desyerbando con la hoz, y le llamó groseramente la atención, “te vas a tirar todo el arroz, carajo, ya te he dicho que utilices las manos y no la hoz, so negro de mierda”. A lo que Agripino al vuelo le contestó: “Nada de mierdas patrón, lo que tiene que hacer es decirle a su esposa la Sra.Juantita que en lugar de hoz venda manos.
Este era el Agripino o Pata e coche, que jamás se supo porque se le decía así, un hermoso moreno, hábil y dígase de paso engreído de los patrones que le buscaban la boca para escuchar sus ocurridas respuestas.
La plusvalía era el fuerte del patrón los hacia siempre trabajar dos o más horas, cierto día siendo ya oscuro y dándose cuenta Agripino que ya se había pasado la hora , abandonó el trabajo, al encontrarlo Cojones le increpó :-Oye negro como es que abandonas el arroz si todavía están lo chingues, los peches y las palomas jodiendo el arroz- Don Agripino que las tenía en la punta de la lengua le respondió -No patrón si sólo voy a mi casa a traer un Candil para amanecerme pajareando.
Un domingo después de misa, don Agripino conversaba con don Rosendo un joven que vendía su fresco de piña y la rica soya, El moreno le contaba en alta voz a su amigo que uno de sus hijos que estaba en Lima le había enviado los pasajes para que pase unos días en la capital, El Joven Urbina más conocido como zambumba , recién había llegado de Lima y en forma sarcástica le dijo: Oye Agripino si te vas a Lima, me avisas cuando parta para prestarte mi cara y te dejen entrar; Don Agripino lo miro y le contestó : Calla Zambo si me voy a Lima con tu cara, llegando llegando me cortan las manos y termino en el calabozo“.
Cierto día al terminar la jornada y acercarse al pago debía de entregar el arado que se utilizaba, y poder cobrar su semana, al hacerlo don Agripino le observaron que éste no estaba bien lavado, retirándose y volviéndolo a lavar, al regresar antes de que el Patrón le diga algo le dijo:- Oiga patrón donde está el estuche del arado para guardarlo- Conociéndole el Patrón le dijo: No se puede contigo negro.
La Chilala o Chilalo era un animalito muy querido por los campesinos, solían según ellos avisar a la hora que se terminaba la jornada, y para Agripino era su mejor aliado, sin embargo, la orden era que tenía que ser el capataz o caporal el que les avisaba el fin de la jornada, Pero Agripino, no hacía caso, escuchaba la Chilala y abandonaba el trabajo, retirándose y echándole boca a sus compañeros, a los que trataba de sonsos y no defender sus derechos…
Al llegar al fin de la semana el pagador llamaba a uno por uno para hacerles el pago respectivo de la siguiente manera:
Juan López, 7.30 –jornal completo
Pedro Reyes : 7.30 –jornal completo
Agripino Águila 4.20 – jornal incompleto.
A esto le molestó a don Agripino, quién se fue a quejar al patrón porque era injusto, él había trabajado toda la semana.
El Patrón después de escucharle le dijo: Mira Agripino, yo te preguntaba Por qué te vas y tú que me decías: ya canto la chilala, pues bien que el resto que te falta que te lo pague la Chilala.
Don Agripino salió echando chispas.

Al día siguiente mientras estaba en el desyerbo escucho el canto de la chilala: a lo que murmurando dijo: Ya no vale tu canta Chilalita.
“PIEDRA DEL TORO”

 Nicolás Ludovico García Calle*

Me contaba mi padre, que su padre, le contaba que en la parte de la sierra de Santo Domingo, Chalaco, son muy amantes de las fiestas del pueblo, las cuales se celebran con mucha alegría participando los parroquianos y gente que llega de otros lugares cercanos como Morropón, Chulucanas; etc.
En estas fiestas no faltan los juegos y competencias como son: juego de tejas, casino, peleas de gallos, de toros. También no falta el famoso aguardiente para aumentar los ánimos de los participantes, que los hay muy buenos: la famosa “pócima”, “la chaquira” y la de menor calidad es la “primera”.
A esta fiesta llegan vendedores de otros lugares; Morropón Chulucanas, los cuales hacen sus ranchos y expenden a los parroquianos, comida de la región, bebidas como la chicha. No faltan los cantores natos del pueblo, alegran con sus coplas y tonadas.
Como en toda fiesta de pueblo siempre hay una competencia especial, en este caso los lugareños acostumbran la pelea de “gallos” que es muy concurrida por los aficionados del lugar y los llegados de otros lugares. Se enfrentan los mejores gallos: ajiseco, choro, gallineta. La pelea puede ser a pico, espuela y navaja y el gallo de tapada.
Pero una de las peleas o competencias que tiene mayor acogida es la “pelea de toros”, aquí son famosos los toros de Chalaco, Santo Domingo, Culebreros, Simiris; etc.
Siempre en estas competencias de toros, para hacer las peleas los dueños deben haber tomado aguardiente y en ese estado hacen las cotejas. Aquí los toros se conocen de acuerdo al dueño, como son los Peña, los López, los García, los Adrianzén, los calle; etc.
En estas peleas siempre hay sorpresas como que pierden los más famosos y conocidos del lugar. Los toros que llegan para competir, los llevan a un lugar llamado “corralón”, que s encuentra muy cerca de donde realizan las peleas. Todos los lugareños, siempre se aglomeran para ver los ejemplares. Una de las sorpresas es ver a un toro extraño, pequeño de estatura, cachos puntiagudos y torcidos, patas gruesas, cuerpo ancho y de color negro.
Los lugareños conocedores de toros, no le dan mucha chance, así mismo comentan quien será el dueño.
En las fiestas del pueblo no faltan las personas de mal vivir, son los abigeos que roban ganado vacuno, caballar, asnar; siempre están al acecho para cometer sus fechorías.
Llega el momento de las peleas, tasan las primeras peleas entre los mejores ejemplares y los apostadores comienzan a dar “gabelas” (es decir apuestan menos y les das mas) a favor del toro desconocido.
Por fin llega el momento esperado, ver en el ruedo al toro extraño, o sea el toro pequeño, de astas puntiagudas, patas cortas y gruesas, color negro. El dueño era un serrano venido de las alturas, que por primera vez llegaba a estas competencias.
Hacen el respectivo tasado y se arma la pelea de “cuero y cacho”. El dueño daba “gabela” a sus oponentes, ellos medios temerosos no se atrevían a apostar, pero siempre confiados en el apellido del dueño del toro oponente, hacen la apuesta.

La pelea se inicia entre los ánimos subidos por los tragos de aguardiente. Los minutos pasan y la ventaja era del toro negro desconocido. Ya se cumplían una hora y el cansancio se notaba en ambos toros y fue en estos momentos que el toro negro desconocido pega una estocada mortal y mata al toro oponente.
Como siempre ocurre en estas peleas, los dueños ganadores y perdedores comienzan a tomar más aguardiente, hasta quedar completamente borrachos.
El dueño del toro ganador lo lleva al corralón para que descanse. Ya que la noche caía y debían regresar temprano a su pueblo de origen.
Los ayudantes encargados de cuidar al toro, se encontraban borrachos y se quedaron dormidos.
Los amigos de los ajeno, aprovechan la situación para sacar el toro del corralón y emprender la salida rumbo a la costa. Abigeos y toro caminan a toda prisa para estar lejos del lugar. Caminan toda la noche y la madrugada, haciendo descansos a intervalos.

La madrugada era fría y el cansancio del toro se hacía notar, caminaba a paso lento, los abigeos tercos en llegar a la costa comenzaron a darle “beta”, pero el toro no daba más.

La aurora de la mañana se veía, el toro cae al suelo en forma pesada y por más que le daban “beta” no se movía, los abigeos para evitar ser reconocidos por lo piareros que por allí pasaban, se marcharon dejando al toro.

En las primeras horas de la mañana los piareros que por este lugar pasaban, quedaron sorprendidos al ver una enorme piedra que nunca habían visto, más aun el parecido a un toro echado, como si estuviera descansando.

Pasaron los años y se construyeron las primeras chozas y le llamaron al lugar “Piedra del toro”. Así es como nace el pueblo que hoy con orgullo lleva el nombre de “Piedra del Toro”. Se encuentra a diez minutos viajando en auto desde la ciudad de Morropón.

*Docente de la IE 14648 “Hernan Mogollon Oyola”

23 de noviembre del 2005
LA SERPIENTE DE ORO

Sra ELISA RUIZ CARRASCO
Franco alto

Había una vez, un hombre llamado Serapio aproximadamente de unos 70 años, Muy aficionado a la cacería de venados. Tenía un perro llamado “Amigo”, por cierto, su fiel amigo inseparable.
Un buen día y como de costumbre preparó su vieja escopeta, se puso sus polainas, su ropa remendada y su sombrero de junco, llamó a su fiel “Amigo” y echó a caminar llevando sobre sus hombros la escopeta y su alforja hecha de pabilo, la cual le servía para cargar su fiambre y su calabaza con agua para el día. Don Serapio era un hombre solo, sin familia, en la casa solo le acompañaba su perro, nunca tuvo hijos, el tiempo y los años lo fueron doblegando, sus ojos ya estaban empañados y marchitos pero con la mirada firme y segura. Se dirigió hacia el “jagüey”, ahí donde los animales salvajes que habitan en el cerro aplacan su sed. Un lugar adecuado para que Don Serapio se camuflara y esperara su ansiada presa, aunque esta vez la suerte le fallaría. Ya avanzado el medio día decide sacar su fiambre y comer, aprovechando que a esta hora los venados estarían sesteando por el fuerte sol. Le dio una palmadas al lomo de su perro y cariñosamente le dice “Amigo” vamos a comer, llego la hora de echarle algo a la panza… la tripas me crujen de hambre… su “Amigo” fiel, mueve la cola alegremente como si comprendiera lo que su amo le dice. Don Serapio busca un lugar cómodo para sentarse y descansar, saca de su alforja un mate repleto de chifles con cecina asada, comparten tranquilo y alegre con su fiel “Amigo”, no imaginando que sería la última vez que compartían juntos.
Cuando terminaron de almorzar Don Serapio se levantó y se dispuso a internarse en el chaparral, escondite que el mismo había preparado. La espera se hacía larga y la tarde empezaba a caer, cansado por el agobiante sol, le dice a su “Amigo” acariciándole: - Vaya, vaya, Amigo que día, que malo este día, no es bueno para cazar, echémosle mejor regreso a la posada, mañana será otro día.
De pronto de un solo salto se puso de pie, grande fue su sorpresa al ver aparecer una enorme serpiente… pero la serpiente no era como las demás, esta era enorme y brillaba con el sol, al moverse entre el monte dejaba ver reflejos de luz dorada y al resbalar sobre las piedras dejaba un misterioso brillo sobre ellas…
Don Serapio estaba casi mudo, estaba asustado y temblando de miedo, sus ojos se abrieron como nunca y sentía que su sangre dejaba de correr, de pronto como por instinto sus manos empuñaron la escopeta y como un loco empieza a disparar sin poder pegarle ningún tiro, sus manos temblaban, no era como cuando cazaba venados y sus brazos empuñaban fuertemente la escopeta y no desperdiciaba ningún tiro, esta vez el pulso le fallaba hasta que se le agotaron sus fuerzas, se apoderó de él un miedo terrible y con su voz entrecortada empezó a gritar angustiosamente, su fiel “Amigo” que había permanecido nervioso ante la escena y al ver a su amo en peligro se abalanza contra el animal , demostrando su bravura de fiera salvaje y todo parecía que no permitiría que aquella bestia dañe a su amo. Don Serapio aterrorizado solo esperaba ver con angustia, como su inseparable amigo sería devorado por el terrible animal, pero asombrosamente esto no sucedió… al contrario, la serpiente en ningún momento atacó al animal y más bien empezó a retroceder, deslizándose por los inmensos peñascos del cerro Pilan, el perro le siguió ladrando enfurecido, Don Serapio vio entonces que su perro desaparecía tras la enorme serpiente de oro… al rato y sobreponiéndose del gran susto, ya más calmado Don Serapio esperó a que su perro regresara, la tarde ya fenecía y la noche empezaba a caer, cansado de esperar decide regresar a su choza, con la esperanza de que seguro el perro ya había regresado tal vez por otro camino, al llegar se dio cuenta que no era como él pensaba, el perro no estaba por ningún lado, esa noche Don Serapio no pudo dormir, se daba vueltas y vueltas en su barbacoa de un lado a otro esperando ver llegar a su perro, le asaltaba el miedo y recordaba lo sucedido aquella tarde… ya casi amanecía y el perro nada de llegar, cuando por fin asomó el sol y al ver que su perro no volvía decidió ir a buscarlo…

Llego hasta el “jagüey”, que alegría sintió al ver a su perro, se acercó al él rápidamente llamándole ¡Amigo! ¡Amigo!, pero el perro ni siquiera le mueve la cola, cabizbajo le mas bien huye…Don Serapio hablándole con cariño le llama, lo trata de convencer inútilmente, le invita de comer de beber y nada, el perro más bien retrocedía, se mostraba muy extraño, temeroso, nervioso, era como si algo le impidiera acercarse…Don Serapio ni cuenta se dio que el día avanzaba el seguía empecinado a que su perro regresara con él, ni el hambre ni la sed impedían que el siga llamando a su perro, hasta que la noche empezaba a asomarse y con la tristeza que llenaba su alma decide regresar. Era su único compañero, su único “Amigo” fiel… trascurrían los días y nunca regresó su fiel amigo. Cuentan que después ya no lo veía al perro, solo escuchaba sus ladridos, a veces cerca, de veces más lejos, él lo buscaba entre los matorrales pero nunca lo alcanzaba a ver sin embargo si escuchaba los ladridos entre los peñascos, entre el monte, seguro fue el encanto del cerro Pilan, dicen que si no hubiera estado el perro, el cerro hubiera encantado a don Serapio y seguro le habrían escuchado gritar…
“LA QUEBRADA DEL CURA CABEZA MOCHA”
(CUENTO)

 Pedro Miguel Alvarado Merino


Tres vigias, heráldicos centinelas del pueblo, lo rodeaban quedando sumido entre sus faldas, Morropón: legendario pueblo de los negros pitingos del Corral del Medio, este noviembre de 1890 aún estaba somnoliento tras los quince días de rezos, campanas, jaranas de rancho con corpús, chica, tamales y anisao, procesiones de la Mamita del Carmen, bailes de tierra, castillo de cinco cuerpos, cantores de vereda, arpa y guitarra, borrachitos a la vera de las casas, títeres de Huancabamba, sermones admonitivos del Santo Cura… en el aire y en todo el ambiente aún ahumeaba el alboroto social de la festividad de la Virgen del Carmen. Un curita era el único encargado de misas, rezos, vísperas, procesiones, unas cuantas parejas de caseríos, y por qué no abundantes piqueos y bandejas de pavo con chifles y ensaladita. 

Don Fulgencio, el curita, tras los arreglos de fiesta por sus adminículos y haber separado “los milagritos de oro y plata para darles resguardo santo y seguro”, alzó a su arisca mula las alforjas repletas con lo que habría de llevarle a su “santa comadre” la hermosa serrana Doralisa, residente en Pambarumbe donde tendría a cargo la festividad de San Roque. Caballero en su mula, santiguando al aire al pueblo se encaminó por el Jirón Alva hacia las afueras norte de la ciudad. A poco del canto matutino de los chilalos, la mula oliscona se adentraba por la profunda quebrada de Sondorillo, poniendo en alerta a su amo con el nervioso movimiento de las orejas. Apura el cura a la acémila sin pensar ni remotamente que entre los chopes de chico, cuncún y overal, le estaban poniendo los ojos los avezados criminales “El príncipe” y “la rata”. El cura Fulgencio acariciaba con las palmas de sus manos las barrigonas alforjas preñadas de milagros y limosnas carmelitas.
Bien “enchoaos” estaban los facinerosos el Príncipe y la Rata a la espera del paso del cura con la preciosa carga en la alforja de dos arrobas. – Ya sabe cumpa Príncipe, al estar frente a la mula, osté salta al camino y no lo deja pasar. Ordenó la Rata. Luego susurrando añadió: - Yo le salto al pescuezo al cura, lo ajusto con mi soga y si brinca mucho, le corto la cabeza…- ¡Listo¡. Saltaron como tigres a su presa y en menos del tiempo posible el cura Fulgencio rodó por la quebrada honda, la mula era detenida y la alforja quedaba en poder de los malandrines. Pero como el cura Fulgencio era robusto y un poco ágil a pesar de sus sesenta años, hizo resistencia y buscaba reconocer a los malvados… - Ya te conozco Príncipe…Este aviso fue el determinante de su muerte, porque el perverso asesino desenvainó el machete y de un solo tajo le corto el cuello y la cabeza del infortunado cura quedo saltando, arrojando borbotones de sangre y dando terribles alaridos. Con sangre fría sus asesinos se hicieron de la alforja, calmaron la acémila, le colocaron el botín y subieron en ella conduciéndola por caminitos cabreros hasta alejarse en dirección del encantado Maray, donde nadie los encontraría. La cabeza del cura saltaba como queriendo huir o recuperar el cuerpo separado. En el camino pasaban dos compadritos hablando de lo bueno de la fiesta, fueron bruscamente interrumpidos por el lastimero “Sálveme Jesús, ayyyyyyy Señor….. Ayyyyyyyyyyy”
- Que fue eso compadre?..oye osté? “Sálveme Jesús, ayyyyyyy Señor….. Ayyyyyyyyyyy, sálveme Jesús y María ”
- Cumpita es la voz del Padre Fulgencio, de seguro que lo asaltaron pa’ robarle los milagritos de la fiesta…. - Ayyyyyyyyyyy, sálveme Jesús y María”
- Mire compadrito ay’ta que salta su cabeza del curita y se viene pa’nosotros…. ¡No huya compadre!... agarrémosla por piedad…
Cogieron la cabeza sanguinolenta y esta habló: -“Cristianos de Dios póngala sobre los hombros de mi cuerpo que está arriba al lado del camino, junto al charán grande…
Tratando de no dejar la cabeza del cura, llenos de espanto, buscaron el cuerpo hasta que le colocaron la cabeza en el cuello que chorreaba sangre. En el pecho del sacerdote aún permanecía el crucifijo de plata que acostumbraba portar. Ocurrió lo inesperado: la cabeza quedó perfectamente ajustada a su cuerpo y el cura dejó de los lamentos para decir: - “gracias Señor… tu misericordia me ha vuelto la cabeza con la cual traté de pensar y hablar tu Evangelio… en tus brazos vuelvo mi Espíritu…
Recobrados de toda sorpresa, los compadres atinaron a conducir el cuerpo asesinado a la iglesia del pueblo, donde el revuelo cundió entre los moradores y al acercarse a la imagen de la Virgen del Carmen se dieron con la sorpresa de encontrar la alforja de dos arrobas repleta de los milagros y de las limosnas de la fiesta.
Aun no pasaban los nueve días del novenario del difunto, que se hacía por el curita muerto, en casa de su sacristán don Eleuterio, cuando se volvió a conmocionar la pacifica población de Morropón cuando entraba la oliscona mula romana del cura, por el mismo camino que antes salía, esta vez llevando los cadáveres del Príncipe y de la Rata, ambos lados y un letrerito escrito con sangre donde se leía: “la sangre de Cristo no muere”

A los años después apareció un curita que en sus petitorios de la misa, siempre agregaba: - “Roguemos por el Príncipe y la Rata”, y el pueblo se limitaba a contestar – Te lo pedimos Señor. Luego en romería se iba a la quebrada donde asesinaron al sacerdote a depositar ofrendas florales en la cruz grande donde se leía “Quebrada del cura cabeza mocha”…La tradición ha quedado y el tiempo ha olvidado rencores y habladurías sobre el cura, los milagros y los asesinos.
EL INDIO PILAN
(CUENTO)

 César Castillo Gutiérrez
  
El cacique ordenó:
- ¡Dadle muerte!
Los soldados arrastraron al sentenciado y o llevaron por el estrecho camino que terminaba junto a l cerro, al pie de la represa.
El poblado indígena, asentado en los alrededores de la ciudadela, se conmovió ante la orden de Pirúa y alistaron las ofrendas de barro: objetos misteriosos que con sus manos trataron de perfeccionar para explicar al mundo la profundidad de su obligado dolor de peregrinos mitimaes.
Durante dos noches se habían escuchado los gemidos de la tortura y, a la luz de la luna, se divisaban las siluetas de los vigilantes en el torreón del recinto militar. Esta vez denotaban inquietud y conmoción.
Habían transcurrido tres días desde el momento en que el indio Pilán cometiera la gran ofensa contra el espíritu de la Mamapacha, espíritu que corría por la quebrada en forma e agua cristalina y se deslizaba desde las alturas, naciendo allí donde las protuberancias telúricas escondían los ojos de la madre tierra.
A esas aguas, desde tiempos inmemoriales, acudía la Coya (esposa del Inca) a purificarse. Era en la segunda noche equinoccial, cuando las flores se alistaban a lucir su nuevo traje de gala. A medianoche penetraba en las aguas e imploraba a la Coyllur (estrella) que destellaba en el poniente, con palabras que el astro parecía comprender y corresponder con gestos titilantes. El rito era prolongado y el séquito, integrado por mujeres, entonaba de rodillas y a su alrededor cantos misteriosos.
El agua bañaba el cuerpo de las mujeres corriendo muy lentamente, como para no romper el manto orlado de brillantes que en ella empezó a tejerse desde el momento en que el sol se escondió en el cerro Vicús.
Con los primeros rayos del sol, la Coya abandonaba la quebrada y, al pasar por las calles del poblado y de la ciudadela, el saludo y la pleitesía de los indos la recibían. Es obvio mencionar la trascendencia que revestía la presencia de la Coya en estos lugares como lo era por todo el incario.
Los indígenas del dominio del Cacique Pirúa consideraban sagradas las aguas de aquella quebrada. El mismo sentimiento profesaban aquellos del vecino dominio del Cacique Pabur.
Por eso aquella tarde, cuando el indio Pilán en completo estado de borrachera, penetró en esas aguas, Pirúa se indignó y lo hizo apresar y torturar. No fue difícil atraparlo, pues el indio aún permanecía dormido en la orilla. La huara (pantalón) y las ushutas (sandalias) evidenciaban los hechos ocurridos destilando gotas de agua purificadora.
El villorrio mitimae, desde sus lugares de condena, atisbó con asombro la osadía del indio rebelde. Aquellos que habían llegado con él desde la Marca (pueblo) del dios Naylamp recordaron las veces en el paria incitó a otros llacturanas (súbditos del imperio) al levantamiento contra la autoridad del Inca. Sus constantes frustraciones lo arrastraron al alcoholismo y en su destierro obligado se separó de su familia. En las noches de luna abandonada el poblado y erraba de cerro en cerro.
Pirúa, Cacique de carácter generoso, desentendió adrede, por varias veces, las desobediencias del mitimae Pilán. Acaso leyó su rebeldía aquella vez que lo encontró en el camino real que unía este lugar con los dominios del Cacique Chira. Allí estaba el rebelde empeñado silenciosamente en reparar aquella parte del camino que la lluvia había dañado. El saludo sumiso se convirtió en una mirada fugaz que impregnó en el jefe indio la sensación de encontrarse frente a un enorme peligro.
Esta vez no debían haber reparos en la condena, pues la ofensa traspasaba lo humano y llegaba a vulnerar la dignidad de u ser sin cuya presencia la vida no sería posible: el agua. Por eso, ante la orden de Pirúa, los soldados llegaron con el recado a la ermita en cuyo altar de piedra debía cumplirse la condena.
Los ojos negros del cautivo contemplaron, por última vez, la cumbre del cerro Vicús, que en esos momentos había abierto sus puertas para guardar al sol y… junto a él, a sus espaldas, los ceros sin nombre a quienes narró su vida y sus pretensiones.
Cuando la ley, convertida en macana, cayó sobre la cabeza del rebelde, su grito de dolor estremeció los cerros de cima cima. Los soldados huyeron aterrorizados y, al llegar a la ciudadela, Pirúa mostrase temeroso y confuso ordenando sepultar el cadáver al amanecer.
Con la claridad inicial del nuevo día, los indígenas se dirigieron con sus ofrendas de barro para sepultar al sentenciado, pero ya se encontraban allí los soldados del Cacique. En sus rostros endurecidos por la guerra la sorpresa era mayor y muy visible la confusión: en aquel lugar no había restos humanos, ni ermita, ni vestigios de muerte.
La noticia espantó a Pirúa y a los nativos de muchos dominios de la redonda. Los ancianos del lugar aconsejaron a Pirúa buscar los restos en la cumbre del cerro. El mismo Cacique encabezó la búsqueda. Al llegar a la parte más alta del cerro una abertura mostró a los visitantes la posibilidad de ingresar. En el interior, los restos del indio yacían junto a una de las paredes: parecía estar dormido. El Cacique ordenó que los restos sean bajados y cuando los soldados se disponían a cumplir la orden un tañer misterioso de campanas estremeció el cerro, derrumbándose la mayor parte de la cumbre.
Pirúa y dos de sus soldados sobrevivieron al derrumbe y, cuando Almagro en 1532 llegó por estas tierras, escuchó con asombro la historia del indio Pilán que el mismo Cacique narró con estupor.
Los españoles, recelosos de algunas creencias indias, destinaron las aguas de ese hermoso y curvilíneo cauce al uso exclusivo de sus mujeres, denominándolo “Quebrada de las Damas”.
Más allá, por donde nace el sol, enhiesto y rebelde aún, surcando los aires para sembrar las semillas de la libertad, se levanta el cerro que los españoles llamaron Pilán. Desde allí discurría el agua que alimentaba la pequeña represa de abajo y que el Cacique prohibió utilizar por temor a que se generalice el espíritu rebelde de aquel que, desde lo alto, lo miraba permanentemente como desafiándolo.
Pirúa, llamado Piura por los españoles, murió después de varios años de aguda sequía, a cuyo término la Quebrada de las Damas cambió su cauce unas hectáreas, más allá.
Los siglos transcurridos muy poco han agredido la reciedumbre del Cerro Pilán, a cuya cumbre nadie se atreve escalar por temor a despertar su espíritu belicoso. Pero… aquella fortaleza en que Pirúa reinó va sucumbiendo poco a poco ante el duro golpe que diariamente le asesta el tiempo.

Hoy día, al pie de esta huella, existe el Poblado Piura la Vieja.

MI MORROPÓN QUERIDO

(RAMON DOMINGUEZ SAAVEDRA)

Yo no voy a morir

Porque dios santo

Me puso lo negro

Al lado de afuera

Y el corazón

Me lo ha pintado blanco,

Por eso

No quiere que me muera

Y si me muero

Morropón querido

Después de muerto

Escucharas mi canto

Bien sabes Morropón

Te quiero tanto

Qué aun ni muerto

Te echaré al olvido

Tú me diste la vida

Con tu tierra y Dios me ha dado

El cariño de tus gentes,

El sol que alumbra

En tu pradera

Y la luna

Que iluminas nuestras mentes….

ORDENANZA MUNICIPAL Nº 003 /2007/CMM

Ordenanza Municipal que establece la obligación de entonar el Himno del Distrito de Morropón en todos los actos públicos oficiales, así como también su entonación a través de las Radio emisoras locales todos los días domingos y feriados ...

DATOS IMPORTANTES

HABITANTES: 14,421 (SEGÚN CENSO 2007)

POBLACION URBANA: 65.3%

POBLACION RURAL: 34.7%

4,472 HAB. CONFORMAN EL PEA DISTRITAL

2,721 HAB. CONFORMAN EL PEA AGROPECUARIA

4,368 VIVIENDAS

16 CASERÍOS Y 06 AAHH CONFORMAN LAS UNIDADES SOCIALES, ADEMAS DE 4 NUEVAS UNIDADES VECINALES

AGRADECIMIENTO

Porque Morropón merece esto y mucho más, continúo trabajando para que tod@s puedan conocer lo maravilloso que es nuestro pueblo, con sus defectos y virtudes como antes he escrito, Morropón es un "pedacito de cielo".

Quiero reconocer y rendir tributo a Pedro Alvarado Merino, a quien considero mi mentor, el que sembró en mi ese interés por descubrir Morropón, su cultura y sus encantos, al Profesor Kiko Sánchez, con quien siempre compartimos y me permite aprender parte de sus conocimientos solo con el fin de dar a conocer a nuestra querida tierra.

Agradezco a tod@s por sus buenas críticas y comentarios, aportes y sugerencias, por su cariño a esta tierra, su baile, sus paisajes y gastronomía.

Agradezco por haber hecho de este blog el punto on line de encuentro para tod@s quienes realmente amamos y añoramos la tierra que nos ha visto nacer o crecer...



ESCRIBEN SOBRE EL PILAN:

CUENTOS DE PIURA – EL ENCANTO DEL CERRO PILAN.

ARGUMENTO

CARLOS ESPINOZA LEÓN


“El tema de la obra gira alrededor de unos campesinos criadores de cabras y el encanto del cerro PILAN, hechizo creado por los antiguos moradores y trasmitido de generación en generación.

De estas historias de encantamientos de manadas de cabras, burros y también de arrieros y mujeres que se les veía cantar y caminar por el cerro en noches de luna llena, tenía atemorizados y llenos de supersticiones a los campesinos que trataban de no acercarse al cerro maldito.

Un hijo de un criandero desaparece al atardecer en medio de la polvareda que se levantaba al recogerse el ganado después de haber pasteado, conmoviendo a los moradores los que creyeron que el cerro lo había encantado.

El niño fue recogido casi al anochecer por un arriero que pasaba al pueblo de Olmos, y ante la dificultad de entregarlo a su familia lo llevó a vivir con él.

Siendo adolescente huye del lugar y trabaja como peón cerca a su lugar de origen pasando por una serie de peripecias, hasta que obtiene la mayoría de edad y es levado para el servicio militar. Al retornar contrae matrimonio, siendo finalmente encontrado por sus abuelos y progenitores después de veinticuatro años.

Esta es una obra costumbrista en la que se pueden advertir el modo de ser y obrar de los campesinos, al mismo tiempo que su lenguaje tan propio y pintoresco. En el fondo hay una denuncia y una protesta en donde el autor hace gala de una serie de descripciones magníficas de su tierra y de metáforas sencillas, pero que tienen la virtud de despertar el interés del lector.

A MORROPON

De: Enrique López Albújar


¡Ah, morropón, gran Morropón!

pueblo con el alma suicida,

el arrozal te da la vida

y el arrozal es tu blasón.

Mientras te afanas por vivir

y te debates miserable,

una guadaña inexorable

te va segando el porvenir.

Tu mayor mal, no es el patrón,

ni la cosecha que se pierde,

pues peor que el hambre, cuando muerde,

es el pantano morropón.

El hombre, al fin, es un mortal,

la tierra, al fin, es reducible;

pero el pantano es impasible,

porque impasible es lo fatal.

Sigue labrando con ardor,

pero al labrar piensen tus mozos

que en cada charco de tus rozos

acecha un diablo destructor.

Si en otros tiempos el puñal

tiñó de sangre tu alegría

y en cada fiesta un muerto había,

hoy mata más el arrozal

De que le sirve al sembrador

sembrar la vida que de el fluye,

si hay una garra que destruye

lo que ha sembrado con amor.

De que le sirve velar fiel

la madre al hijo, si una tumba

es cada cuna mientras zumba

en torno de ella el anofel.

¡Ah, morropón, gran Morropón!,

haz un prodigio ante este azote

y pon en ver tu vida a flote

un poco mas de corazón.

Tu siempre fuiste vertical

en todo trance ante el Señor,

y solo como labrador

te doblegaste al arrozal.

Pon menos alma al placer

y más ensueño en la cabeza

deja, si quieres tu grandeza,

puñal y copa, arpa y mujer.

¡Ah, morropón, gran Morropón!,

no te envanezca tu blasón

piensa más bien que el arrozal

es tu pecado original,

que está pidiendo redención.

EL DISTRITO DE MORROPÓN EN LA MANCOMUNIDAD

El DISTRITO DE MORROPON, integra ahora espacios geográficos que comparten una misma, con un potencial productivo y actividades económicas similares.

Esto permite que Morropón al igual que muchos otros distritos puedan acceder a proyectos integrales que solucionan gran parte de su problemática.

LAS MANCOMUNIDADES QUE INTEGRA MORROPON son:

LA MANCOMUNIDAD DEL CORREDOR ANDINO CENTRAL: conformada por los siguientes distritos: PACAIMPAPA, FRIAS, SANTO DOMINGO, CHALACO, YAMANGO, SANTA CATALINA DE MOSSA Y MORROPON.

La siguiente es LA MANCOMUNIDAD VICUS ALTO PIURA, integrada por CHULUCANAS, MORROPON, LA MATANZA Y BUENOS AIRES.

Asimismo integra corredores económicos en los que se trabaja por ejemplo el tema de las cadenas productivas, como es el caso del CORREDOR ECONOMICO CENTRO SUR integrado por SAN JUAN DE BIGOTE, SALITRAL, BUENOS AIRES Y MORROPON.

También forma parte de la SUB CUENCA LA GALLEGA integrada por: SANTA CATALINA DE MOSSA, SANTO DOMINGO Y MORROPON

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BIBLIOGRAFÍA

Para la elaboración del presente blog se ha consultado libros como: "HISTORIA Y CULTURA DE MORROPON", del Prof. PEDRO ALVARADO MERINO; "VOCES Y LETRAS DE MORROPON", del Prof. JUSTO FEDERICO SANCHEZ CRUZ"; REVISTA REGIONAL "EN LA MIRA" y "MORROPON 2007, CONOZCA NUESTRA TIERRA", ambas de: JOSE LUIS CARLIN RUIZ.

MAPAS: Edin Sullón Aranda

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