- agosto 29, 2017
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LA CHILALA DE DON AGRIPINO
MAÑUCO (Manuel Alvarado Molero)
(Agradecimiento Póstumo a
Francisco Sánchez Gamboa y Ricardo Molero Moscol de quien varias veces escuche
las travesuras de don Agripino)
Transcurrían la década del 30, y
el hermoso valle de los cultivos Morropanos dejaban ver una hermosa sábana
verdusca que agüereaba buenos cultivos, con lluvias que bañaban toda la
planicie de arroz o algodón que solían sembrar los arrendatarios del hacendado
en las tierras de las vieja hacienda de Morropón y Franco.
Ahí mismito un personaje llamado
AGRIPINO AGUILA, más conocido como “pata e coche”, gran cumananero, rezador de
fama y huesero por ocasión, pero por encima de todo un hombre campesino jocoso
, inquieto, palomilla, de los que solían defender sus derechos a su manera ,
casi siempre trabajó bajo las órdenes de un mandamás al que llamaban “señor
Cojones”.
En la época del desyerbo del
arroz, lo Patrones sugerían que este trabajo se haga se preferencia con la
mano, habría que recordar que las herramientas se fiaban o vendían en la tienda
de la Sra. Juanita que era la esposa del señor Cojones, ya en plena faena el
Patrón encontró a don Agripino desyerbando con la hoz, y le llamó groseramente
la atención, “te vas a tirar todo el arroz, carajo, ya te he dicho que utilices
las manos y no la hoz, so negro de mierda”. A lo que Agripino al vuelo le
contestó: “Nada de mierdas patrón, lo que tiene que hacer es decirle a su
esposa la Sra.Juantita que en lugar de hoz venda manos.
Este era el Agripino o Pata e
coche, que jamás se supo porque se le decía así, un hermoso moreno, hábil y
dígase de paso engreído de los patrones que le buscaban la boca para escuchar sus
ocurridas respuestas.
La plusvalía era el fuerte del
patrón los hacia siempre trabajar dos o más horas, cierto día siendo ya oscuro
y dándose cuenta Agripino que ya se había pasado la hora , abandonó el trabajo,
al encontrarlo Cojones le increpó :-Oye negro como es que abandonas el arroz si
todavía están lo chingues, los peches y las palomas jodiendo el arroz- Don
Agripino que las tenía en la punta de la lengua le respondió -No patrón si sólo
voy a mi casa a traer un Candil para amanecerme pajareando.
Un domingo después de misa, don
Agripino conversaba con don Rosendo un joven que vendía su fresco de piña y la
rica soya, El moreno le contaba en alta voz a su amigo que uno de sus hijos que
estaba en Lima le había enviado los pasajes para que pase unos días en la
capital, El Joven Urbina más conocido como zambumba , recién había llegado de
Lima y en forma sarcástica le dijo: Oye Agripino si te vas a Lima, me avisas
cuando parta para prestarte mi cara y te dejen entrar; Don Agripino lo miro y
le contestó : Calla Zambo si me voy a Lima con tu cara, llegando llegando me
cortan las manos y termino en el calabozo“.
Cierto día al terminar la jornada
y acercarse al pago debía de entregar el arado que se utilizaba, y poder cobrar
su semana, al hacerlo don Agripino le observaron que éste no estaba bien
lavado, retirándose y volviéndolo a lavar, al regresar antes de que el Patrón
le diga algo le dijo:- Oiga patrón donde está el estuche del arado para
guardarlo- Conociéndole el Patrón le dijo: No se puede contigo negro.
La Chilala o Chilalo era un
animalito muy querido por los campesinos, solían según ellos avisar a la hora
que se terminaba la jornada, y para Agripino era su mejor aliado, sin embargo,
la orden era que tenía que ser el capataz o caporal el que les avisaba el fin
de la jornada, Pero Agripino, no hacía caso, escuchaba la Chilala y abandonaba
el trabajo, retirándose y echándole boca a sus compañeros, a los que trataba de
sonsos y no defender sus derechos…
Al llegar al fin de la semana el
pagador llamaba a uno por uno para hacerles el pago respectivo de la siguiente
manera:
Juan López, 7.30 –jornal completo
Pedro Reyes : 7.30 –jornal
completo
Agripino Águila 4.20 – jornal
incompleto.
A esto le molestó a don Agripino,
quién se fue a quejar al patrón porque era injusto, él había trabajado toda la
semana.
El Patrón después de escucharle
le dijo: Mira Agripino, yo te preguntaba Por qué te vas y tú que me decías: ya
canto la chilala, pues bien que el resto que te falta que te lo pague la
Chilala.
Don Agripino salió echando
chispas.
Al día siguiente mientras estaba
en el desyerbo escucho el canto de la chilala: a lo que murmurando dijo: Ya no
vale tu canta Chilalita.
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