- agosto 29, 2017
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“PIEDRA DEL TORO”
Me contaba mi padre, que su
padre, le contaba que en la parte de la sierra de Santo Domingo, Chalaco, son
muy amantes de las fiestas del pueblo, las cuales se celebran con mucha alegría
participando los parroquianos y gente que llega de otros lugares cercanos como
Morropón, Chulucanas; etc.
En estas fiestas no faltan los
juegos y competencias como son: juego de tejas, casino, peleas de gallos, de
toros. También no falta el famoso aguardiente para aumentar los ánimos de los
participantes, que los hay muy buenos: la famosa “pócima”, “la chaquira” y la
de menor calidad es la “primera”.
A esta fiesta llegan vendedores
de otros lugares; Morropón Chulucanas, los cuales hacen sus ranchos y expenden
a los parroquianos, comida de la región, bebidas como la chicha. No faltan los
cantores natos del pueblo, alegran con sus coplas y tonadas.
Como en toda fiesta de pueblo
siempre hay una competencia especial, en este caso los lugareños acostumbran la
pelea de “gallos” que es muy concurrida por los aficionados del lugar y los
llegados de otros lugares. Se enfrentan los mejores gallos: ajiseco, choro,
gallineta. La pelea puede ser a pico, espuela y navaja y el gallo de tapada.
Pero una de las peleas o
competencias que tiene mayor acogida es la “pelea de toros”, aquí son famosos
los toros de Chalaco, Santo Domingo, Culebreros, Simiris; etc.
Siempre en estas competencias de
toros, para hacer las peleas los dueños deben haber tomado aguardiente y en ese
estado hacen las cotejas. Aquí los toros se conocen de acuerdo al dueño, como
son los Peña, los López, los García, los Adrianzén, los calle; etc.
En estas peleas siempre hay
sorpresas como que pierden los más famosos y conocidos del lugar. Los toros que
llegan para competir, los llevan a un lugar llamado “corralón”, que s encuentra
muy cerca de donde realizan las peleas. Todos los lugareños, siempre se
aglomeran para ver los ejemplares. Una de las sorpresas es ver a un toro
extraño, pequeño de estatura, cachos puntiagudos y torcidos, patas gruesas,
cuerpo ancho y de color negro.
Los lugareños conocedores de
toros, no le dan mucha chance, así mismo comentan quien será el dueño.
En las fiestas del pueblo no
faltan las personas de mal vivir, son los abigeos que roban ganado vacuno,
caballar, asnar; siempre están al acecho para cometer sus fechorías.
Llega el momento de las peleas,
tasan las primeras peleas entre los mejores ejemplares y los apostadores
comienzan a dar “gabelas” (es decir apuestan menos y les das mas) a favor del
toro desconocido.
Por fin llega el momento
esperado, ver en el ruedo al toro extraño, o sea el toro pequeño, de astas
puntiagudas, patas cortas y gruesas, color negro. El dueño era un serrano
venido de las alturas, que por primera vez llegaba a estas competencias.
Hacen el respectivo tasado y se
arma la pelea de “cuero y cacho”. El dueño daba “gabela” a sus oponentes, ellos
medios temerosos no se atrevían a apostar, pero siempre confiados en el
apellido del dueño del toro oponente, hacen la apuesta.
La pelea se inicia entre los
ánimos subidos por los tragos de aguardiente. Los minutos pasan y la ventaja
era del toro negro desconocido. Ya se cumplían una hora y el cansancio se
notaba en ambos toros y fue en estos momentos que el toro negro desconocido
pega una estocada mortal y mata al toro oponente.
Como siempre ocurre en estas
peleas, los dueños ganadores y perdedores comienzan a tomar más aguardiente,
hasta quedar completamente borrachos.
El dueño del toro ganador lo
lleva al corralón para que descanse. Ya que la noche caía y debían regresar
temprano a su pueblo de origen.
Los ayudantes encargados de
cuidar al toro, se encontraban borrachos y se quedaron dormidos.
Los amigos de los ajeno,
aprovechan la situación para sacar el toro del corralón y emprender la salida rumbo
a la costa. Abigeos y toro caminan a toda prisa para estar lejos del lugar.
Caminan toda la noche y la madrugada, haciendo descansos a intervalos.
La madrugada era fría y el
cansancio del toro se hacía notar, caminaba a paso lento, los abigeos tercos en
llegar a la costa comenzaron a darle “beta”, pero el toro no daba más.
La aurora de la mañana se veía,
el toro cae al suelo en forma pesada y por más que le daban “beta” no se movía,
los abigeos para evitar ser reconocidos por lo piareros que por allí pasaban,
se marcharon dejando al toro.
En las primeras horas de la
mañana los piareros que por este lugar pasaban, quedaron sorprendidos al ver
una enorme piedra que nunca habían visto, más aun el parecido a un toro echado,
como si estuviera descansando.
Pasaron los años y se
construyeron las primeras chozas y le llamaron al lugar “Piedra del toro”. Así
es como nace el pueblo que hoy con orgullo lleva el nombre de “Piedra del
Toro”. Se encuentra a diez minutos viajando en auto desde la ciudad de Morropón.
*Docente de la IE 14648 “Hernan
Mogollon Oyola”
23 de noviembre del 2005
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